Retórica de la perversión
FRANCISCO J. LLERA RAMO.
CATEDRÁTICO DE CIENCIA POLÍTICA DE LA UPV Y DIRECTOR DEL EUSKOBARÓMETRO.
13.01.2011.
El terrorismo y la subcultura de la violencia han mantenido secuestrada y en estado de excepción a la democracia en el País Vasco durante las últimas tres décadas
ETA ha agraviado a sus víctimas, se ha burlado de la sociedad vasca, ha ridiculizado
nuestra democracia constitucional y le ha dicho a su polo soberanista que es
ella quien va a seguir llevando la batuta de su circo mediático. Comenzando por
esto último y visto el regocijo, perfectamente orquestado, con el que los
mentores de su tinglado sociopolítico quieren vendernos la generosidad y
responsabilidad histórica de la respuesta de la organización terrorista a las
demandas de su movimiento, se puede deducir fácilmente que ETA ha puesto en
evidencia que es ella quien manda, que todos comparten los mismos objetivos y
que ni unos ni otros están dispuestos a aceptar las reglas de la democracia. No
es admisible que alguien que, de verdad, respete el pluralismo de la sociedad
vasca y la legitimidad de sus instituciones y procedimientos democráticos pueda
sentirse satisfecho con una proclama tan zafia y panfletaria.
Acreditada su escasa ingenuidad y su sobrado cinismo, fruto de la
subcultura de la violencia sobre la que han construido su movimiento
sociopolítico, hemos de pensar que tienen perfectamente medidos y coordinados
los pasos de su tinglado político-terrorista. Ambos comparten los mismos
análisis, objetivos políticos a medio plazo e intereses estratégicos a largo
plazo, aunque se dividan el trabajo táctico. En el corto plazo tiene una
necesidad perentoria: estar en las instituciones locales y forales en mayo para
volver a chantajear a las instituciones democráticas con sus tácticas
antisistema, mientras drenan los recursos que necesitan para seguir intimidando
a la sociedad.
El juego de las supuestas tensiones entre buitres y halcones está siendo
solo una estratagema de 'agitprop' mediático y para entretener y movilizar a su
desorientada y fatigada base social. La movilización a favor de los terroristas
presos (sus rehenes) en Bilbao y lo que allí se proclamó y dijo era el mejor
síntoma de lo que se estaba programando. Todo lo tenían perfectamente calculado
y publicitado mediáticamente, incluida la cutrez de su fantasmagórica y
anacrónica puesta en escena. Y, ahora, pretenden seguir dándole hilo a la
cometa y condicionar la agenda política, acaparando la escena mediática a base
de hermenéutica de su indecente literatura.
ETA o se engaña a sí misma y sigue viviendo en su burbuja imaginaria, va de
farol, intentando pillar algún incauto que le permita cobrar algún rédito
político por dejar de matar, extorsionar, intimidar, perseguir y pisotear los
derechos y libertades más elementales de la ciudadanía vasca. Es tal su
arrogancia e impertinencia, que sigue hablando de «tregua» y «confrontación
armada», lo que supone la existencia de una guerra declarada y dos
contendientes armados, que meten a la democracia española y al autogobierno
vasco en el túnel del tiempo. Solo si confundimos los deseos con la realidad,
carecemos de la información suficiente (como sucede con los llamados
'mediadores') o caemos en la tentación de pescar en río revuelto, morderemos el
anzuelo de su oferta de resolución, deslegitimando gravemente nuestra
democracia constitucional y el autogobierno vasco.
La mejor verificación es la que siguen haciendo las autoridades judiciales
y policiales -españolas y francesas-, y de la que no pueden abdicar los poderes
del Estado de derecho. La democracia española caería en el mayor de los
ridículos internacionales si prestase la más mínima audiencia o capacidad de
interlocución a esta banda de asesinos y dementes o, simplemente, les dejase
seguir desplegando su patraña deslegitimadora por cancillerías y organismos
internacionales.
Se burlan de la sociedad vasca al suplantarla, erigiéndose en definidores
de un conflicto imaginario, en intérpretes de las aspiraciones de Euskal
Herria, en garantes de los derechos del Pueblo Vasco y en el actor principal
que ha de tutelar la resolución del único conflicto real: el que ellos han
impuesto a la sociedad vasca mediante cincuenta años de terror y limpieza
étnica. Siguen aferrándose a su definición del conflicto para tratar de
justificar, perversamente, su pasado, su presente y, si acaso, su futuro de
terror.
El verdadero conflicto es el reguero de sangre, odio y destrucción con el
que han manchado el buen nombre del País Vasco. Esto último es lo que tiene que
condenar Batasuna y de lo que tiene que desengancharse, porque la sociedad
vasca no comparte, en absoluto, ni su definición, ni sus soluciones.
El terrorismo y su subcultura de la violencia han mantenido secuestrada y
en estado de excepción a la democracia en el País Vasco durante las últimas
tres décadas, victimizando a la mayor parte de su sociedad e instrumentalizando
y chantajeando, no sin ayuda interesada externa, a buena parte de su estructura
institucional. Y ésto es lo que quieren seguir haciendo con sus soflamas. Por
si fuera poco, estos encapuchados siniestros y sus exégetas y portavoces
orgánicos, se burlan del pluralismo vasco cuando pretenden cobrarse un precio
político por dejar de aterrorizar y chantajear a la sociedad vasca.
Finalmente, agravian, una vez más, a sus miles y miles de víctimas, de todo
tipo, para las que, no solo no tienen una sola palabra de recuerdo o compasión,
sino que las siguen engullendo con su apisonadora del conflicto. Queda mucho
camino para que, unos y otros, puedan recuperar el crédito social y el
reconocimiento político democrático. Su retórica de la paz es pura perversión y
sigue a años luz de lo que la sociedad les está exigiendo y de la necesaria
reparación del inmenso daño causado. Entre tanto, todos debemos mantener la
alerta y estar dispuestos a volver a movilizarnos, unitariamente, a favor de la
justicia y dignidad de las víctimas y en una defensa cerrada del pluralismo y
los principios democráticos de nuestra Constitución.
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