viernes, 6 de febrero de 2015

Rajoy, no te olvidaremos.



Rajoy, no te olvidaremos


Teodoro León Gross
El Correo (3-12-2014)

Cuando Rajoy habla de 'problemas' parece no haber entendido que él es uno de los problemas. Las encuestas delatan una erosión bárbara del cartel del presidente, como la esfinge de Gizeh. El CIS, barómetro tras barómetro, registra una desconfianza casi total de la sociedad. Rajoy es el rostro del país de los últimos años, y al país no le gusta como se ve a sí mismo. Su valoración como líder es mínima; lejos de Pablemos o incluso Sánchez.

Estos días, en el Congreso, proclamaba que «el PSOE estaba mucho mejor con Rubalcaba», pero seguramente quería decir ¡a mí con Rubalcaba me iba mejor! Aun siendo un político de bastantes más quilates que Sánchez, líder tipo bisutería, vistoso pero sin sustancia, Rubalcaba se había convertido en rehén del pasado, del zapaterismo, del Faisán, a quien era fácil montarle el discursito del 'fin de la cita'. Ahora el rehén de su pasado es el presidente. Y ya puede entregar la cabeza de Ana Mato o aferrarse a algunos indicadores macroeconómicos, que no va a emerger por el lastre del paro, Cataluña, la Dependencia fulminada, Gürtel, los mil impuestos, el aborto o la caja B.

Rajoy añora a Rubalcaba porque con Rubalcaba él era el buen Rajoy. Eso ya pasó. Aunque quiera pensar en clave de 2015, está atrapado en 2011. No podrá liberarse. Al proclamar ¡Bajaremos los impuestos!, ¡Crearemos empleo!, ¡Reduciremos la administración! ¡Combatiremos la corrupción! ¡Endureceremos el aborto!. nada sonará a 2015 sino a 2011. Es pólvora mojada, al menos en boca de Rajoy. El politólogo Anthony Downs advertía que «los partidos hacen política para ganar elecciones, no ganan elecciones para hacer política». El PP diseñó un planteamiento para ganar en 2011, pero se quedó ahí. Rajoy, para la mayoría, es el piloto desacreditado de esa estafa y el rostro de la corrupción.

El PP es hegemónico pero tiene un líder quemado, casi zombi. No como Pablemos o Rivera, e incluso Snchz. Presentarse en 2015 con Rajoy es como ir al Bernabéu con Zubizarreta de portero. Entretanto, Podemos sigue arrebatando votos al viejo bipartidismo, ahora disfrazados de Socialdemocracia en vez de Izquierda Anticapitalista, para ejercer de 'catch-all party' moderado porque en el extremo ya no les quedan caladeros. Venden un 'viaje al centro', eslogan aznarista ante el que Guerra ironizaba en los mítines: «Ofú, mira que tenían que estar lejos del centro para tardar tantos años en llegar». Podemos, con piel peronista de corderos, ha envejecido a sus rivales. IU se aferra a Garzón o Tania, porque parecen de Podemos, Rivera encaja y el PSOE prueba con Snchz; pero Rajoy castiga al PP. El reformismo debería ser un mensaje más tentador que la revolución, y tiene clientela, pero ha de resultar creíble. Claro que como la inteligencia solo escarmienta en cabeza ajena, el presidente repetirá. Pero hay algo seguro: el malestar provocado por Rajoy no lo va a curar Rajoy con más Rajoy.

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