¿Qué hacer frente al yihadismo?
Extractos del artículo de Javier Zarzalejos.
El Correo (10-1-2015)
Hasta el momento permanecen
casi intactas las cuestiones clave que sigue planteando el atentado de París.
¿Hay una estrategia para
afrontar ese desafío? ¿Se han definido con la suficiente concreción y medios
las necesarias estrategias para prevenir los procesos de radicalización?
Hay un marco conceptual
dominante todavía en muchos sectores políticos y de opinión que lastra la
estrategia frente al yihadismo. Se niega el conflicto con el argumento de que
el yihadismo es absolutamente minoritario dentro del islam.
Pero el conflicto existe y, sin duda, tiene un
profundo componente civilizacional que se dilucida en el terreno de los valores
básicos como son las libertades, la igualdad ante la ley, el Estado de Derecho,
la democracia representativa, y la autonomía de la sociedad civil y de los
individuos frente a la imposición totalizadora del islam. Las expresiones
ridículas a las que llegado la extensión de lo políticamente correcto falsea y
oculta la verdadera dimensión de esta amenaza y emite un mensaje de debilidad e
indiferencia hacia la defensa de los valores que conforman nuestras sociedades
–de las que los musulmanes ya forman también parte–, que constituyen una
invitación a que los radicales sigan avanzando en ese camino de fanatismo
antioccidental hasta llegar al estadio de la violencia.
Esta es una cuestión central
porque el yihadismo es una amenaza global pero con anclajes locales, una
inspiración exterior pero que encuentra eco en sujetos que han nacido y vivido,
estudiado y crecido en las sociedades que atacan.
En Europa, el déficit de
ciudadanía conduce al debilitamiento de las exigencias cívicas, movido por un
equivocado sentido de la tolerancia. Las lealtades nacionales de carácter
cívico se sustituyen por las identitarias de religión o grupo.
El eco que el yihadismo encuentra, no ya entre quienes
deciden matar sino entre los muchos que simpatizan con ellos, es la expresión
más preocupante de este vacío, del desarraigo cívico en el que el Estado de
Derecho queda desalojado frente a la sharia. Después de identificarnos todos
como ‘Charlie’, este debería ser el asunto al que tendríamos que empezar a dar
respuesta.
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