"Procés" constituyente
Fernando
Palmero. El Mundo (17-11-2019)
En
uno de los debates finales en las Cortes Constituyentes del 77-78,
Carlos
Ollero
senador por designación real, alertaba sobre las debilidades del
texto que estaba a punto de aprobarse. Una Constitución como ésta,
explicaba, "voluntariamente vaga para que valga para todos y
permita eso que llaman uso
alternativo",
iba a requerir de un desarrollo orgánico a través de una
legislación complementaria y un fuerte Tribunal Constitucional para
concretar lo que en la redacción final quedaba sólo esbozado. De
esta forma, decía Ollero, con mayoría absoluta, el partido o
coalición dominante podrá "hacer
del poder legislativo una especie de poder constituyente permanente".
Esa era la trampa del consenso.
Resulta,
por esto, de un cinismo desvergonzado que dos de los presidentes que
más poder constituyente han tenido en España, Felipe
González y José
María Aznar,
simulen ahora estar indignados por la ruinosa situación del país.
Si hoy tenemos un Estado débil y la nación está apunto de
resquebrajarse, es, no sólo, pero también, porque ambos,
convertidos ahora en estadistas por la sola legitimidad del paso del
tiempo, tomaron decisiones egoístas que extendieron el desfalco y la
corrupción a todos los niveles de la administración, impidieron la
independencia del poder judicial y se negaron a llevar a cabo una
armonización del proceso autonómico que han
convertido a España en una confederación de facto,
con varias de sus unidades autónomas en rebeldía. Desaprovecharon
su capacidad constituyente, permitiendo que esa potestad la detenten
hoy populistas y nacionalistas.
Porque populista
es Pedro Sánchez.
Ocupó, primero, el partido, desarticulando cualquier atisbo de
oposición interna. Orgánicamente, no existe en el PSOE un poder
suficientemente articulado, por más que griten algunos barones, para
desbancarlo. Ocupó luego el Gobierno. Con
sólo 89 escaños.
Y las principales instituciones del Estado. Para controlar la opinión
pública, CIS y RTVE. Para gobernar por decreto-ley, el Consejo de
Ministros. Ampliada su ventaja parlamentaria, está en disposición
de usar su poder constituyente. Junto
a la extrema izquierda (Podemos) y el nacionalismo disolvente (ERC y
PNV).
El procés es
ahora estatal. Y culminará lo que los gobiernos socialistas y
populares dejaron abierto. Además, con la ayuda judicial de Europa.
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