martes, 19 de noviembre de 2019

El escaño 89


El escaño 89: salida, voz y lealtad



Extracto del artículo de Rogelio Alonso, Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos. El Mundo (19-11-2019).


La nueva diputada del PP por Vizcaya, Beatriz Fanjul, que reivindica la memoria de líderes como Jaime Mayor Oreja o María San Gil, recupera el ideario de aquel PP que se forjó políticamente frente al nacionalismo.


El PP es una empresa en crisis aliviada mínimamente por los últimos resultados electorales. En ese contexto, su escaño 89 en Vizcaya tiene gran relevancia. Por un lado, obliga a Pedro Sánchez a apoyarse en los "testaferros de ETA", como define a Bildu el Tribunal Supremo. Además la nueva diputada del PP, Beatriz Fanjul, ha mostrado cuál es el camino si el centro-derecha desea evitar el canibalismo que limita su utilidad, utilizando su "voz" para expresar una ejemplar autocrítica a pesar de las dificultades.
"El PP vizcaíno rechaza a Fanjul como cabeza de lista si se repiten las generales". Así tituló El Correo el 2 de septiembre una interesada información. "Los populares vascos expusieron entonces a Génova su disconformidad con la designación de Fanjul.
Fanjul articuló una autocrítica sin parangón en el PP tras los peores resultados de su historia: "La traición a nuestros votantes desde el Gobierno fue continua; y la ausencia de explicaciones, constante"; "No es cierto que el discurso centralista nos haga daño sino que son las cesiones a los chantajistas nacionalistas las que han acabado con nuestras perspectivas electorales"; "El PNV es una formación política claramente connivente con los terroristas, una formación política separatista y corrompida que hace del clientelismo su modus operandi".
La obtención del escaño 89 recompensa la crítica de Fanjul. Su "voz" explica algunos de los factores detrás del auge de Vox al rentabilizar la desconfianza que el "marianismo" generó: la endeble respuesta del PP al separatismo en Cataluña; su continuidad con la política antiterrorista socialista culpable de una dañina impunidad política para ETA; y su refuerzo del PNV que terminaría apoyando la moción de censura contra Rajoy.
Fanjul utilizó su "voz" para reconocer que el PP perdió "la brújula, llevamos bastante tiempo sin rumbo", exigiendo: "El debate aviva las almas dormidas, y en el PP vasco llevamos mucho tiempo dormidos". Contrasta su autocrítica con la transferencia de culpa de otros dirigentes del PP vasco que endosan a factores exógenos la pérdida de confianza en un partido que no dejó de perder votos desde que en 2008 María San Gil renunció a la presidencia. Ocurre precisamente ahora, cuando el tiempo confirma el diagnóstico de San Gil al alzar su "voz" desconfiando de Rajoy por la actitud de este hacia el nacionalismo. Hoy el nacionalismo catalán desafía abiertamente el orden constitucional. El nacionalismo vasco rehúsa denunciar con todas las consecuencias la ilegitimidad del terrorismo etarra.
Como sentenció Jon Juaristi: "·El PP de Euskadi se ha extinguido en justo castigo a su ambigüedad". Fernando Savater advirtió que populares y socialistas vascos han acabado ofreciendo "los mismos platos identitarios que los nacionalistas". El "viaje al centro" del PP vasco que no ha dejado de restarle votos constituye un pésimo encuadre estratégico al asumir que se venía de un extremismo con el que injustamente se identificó a San Gil. Sin embargo, destacados dirigentes del PP vasco y nacional no han comprendido el devastador efecto de la renuncia a combatir política e ideológicamente al nacionalismo, a pesar de coyunturales invectivas coincidentes casi siempre con periodos electorales. Tampoco la necesidad de autocrítica que le devuelva credibilidad al partido. Ante la desconfianza de una parte del electorado popular, Fanjul tuvo el arrojo de difundir un vídeo reivindicando como referentes a quienes han sido criticados por otros líderes que hoy evitan asumir responsabilidades por llevar al PP a su peor crisis: "Jaime Mayor Oreja y María San Gil representan lo que yo creo que es la política. María entró y salió de la política por convicción, para defender unas ideas y unos valores en los que de verdad creía. Y Jaime hizo en su momento lo que nosotros tenemos que aspirar a conseguir ahora: unir a todos los que nos sentimos vascos y españoles".
Para recuperar la confianza el PP precisa "voz" autocrítica y cambio en relación con un issue central: la permanente deslealtad al Estado del nacionalismo catalán y vasco. Fanjul ofrece argumentos para una "voz" que ensanche el constitucionalismo en torno a ese eje central: "Unidos somos más fuertes y, pese a que tenemos diferencias, los puntos de unión son mayores. Reforcemos estos últimos y enfrentémonos juntos a nuestro verdadero adversario". La experiencia del primer gobierno vasco no nacionalista también aporta lecciones. El único gobierno autonómico sin el PNV, que el PSE formó entre 2009 y 2012 gracias al apoyo del PP, mostró la falta de voluntad de estos dos partidos para desafiar la hegemonía nacionalista. Temerosos de la exclusión en una sociedad vasca que el nacionalismo ha moldeado políticamente, renunciaron a intentar reemplazar a un PNV avaricioso y desleal con el sistema constitucional.
La desestabilización del nacionalismo persiste en una situación que tanto Vox como Ciudadanos describen como "emergencia nacional". Su diagnóstico no coincide con el tratamiento aplicado. Si la emergencia nacional existe, el interés nacional debió primar sobre el partidario, lo cual exigía ensanchar el constitucionalismo mediante fórmulas que evitaran la competencia en diversas provincias. La fragmentación del centro-derecha ha facilitado que Sánchez, que antepone su ambición de poder al bien común de España, pueda formar gobierno con quienes desean desmantelar el marco constitucional. En esta peligrosa coyuntura la lealtad constitucional debería prevalecer, de ahí la necesidad de una «voz» autocrítica de los partidos leales a la Constitución en beneficio de un fin común: el Estado de derecho. El verdadero interés nacional obliga a un esfuerzo colectivo en el que el interés general de España no sea reivindicado torticeramente mientras se supedita al particular de partidos y dirigentes que dicen defenderlo.

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