sábado, 26 de octubre de 2019

Terapia independentista



Terapia “indepe”

José Ignacio Torreblanca. El Mundo (26/10/2019).

La Asamblea Nacional Catalana ha puesto a disposición de sus afiliados un teléfono de asistencia psicológica gratuito para tratar la ansiedad provocada por “la represión”. Imaginemos la llamada.

¿Tiene usted trabajo? Si, ¿Y de salud: cómo anda? Bien, sin problema. ¿La familia? Todos bien, la mayor ya está en la Universidad, de Erasmus en Holanda, y el pequeño terminando bachillerato. ¿Llegan bien a final de mes? Si bueno, no nos podemos quejar, ¿La casa? Nos queda por pagar bastante de la hipoteca, pero en propiedad, si. ¿Vida social, amigos? El Barça, el Palau, lo normal. ¿Vacaciones? Una casita en Calella, nos juntamos un buen número de amigos desde hace años.

Entonces, ¿qué le ocurre? Es la represión que me agobia, no puedo con ella. Entiendo que es usted independentista. Si. ¿Puede expresar sus ideas políticas ¿Qué quiere decir? ¿Vota independentista? Si, a Puigdemont. ¿Tiene una estelada colgada en el balcón de casa? Si. ¿Lleva lazo amarillo? Si. ¿Y en el trabajo le discriminan por sus ideas? No, ¡qué va!, soy funcionario, tenemos unos carteles pidiendo la libertad de los presos políticos en la entrada de la Consejería y hacemos todas las huelgas. ¿Y los compañeros? Bien, la mayoría son independentistas, los otros no dicen nada. Bueno, hay uno, no se si de Ciudadanos o el PP, que nos mira raro y nunca dice nada. Y luego hay otro, que sé donde vive por un amigo común, que tiene una bandera española en el balcón de su casa.¿Acude a manifestaciones? Si, no me pierdo ninguna Diada. ¿Votó el 1 de octubre? Si, en mi colegio la policía no apareció. ¿Entonces? La represión me destroza, no puedo con ella. Me levanto por las mañanas y veo que la independencia está cada día más lejos y no puedo con nada, el día se me atraganta, no encuentro fuerzas para seguir.

En los anales de la historia política va a costar encontrar una revolución tan de clase media como la catalana. Una sociedad con unos niveles de bienestar inéditos, de derechos sociales y políticos sin parangón. Pero frustrada hasta lo indecible por la persecución de una quimera narcisista y envenenada hasta la raíz por unos visionarios obsesionados por la identidad. Concluye la llamada. ¿Qué me pasa doctor? ¿Qué tengo? Pues tiene usted una enfermedad muy común pero no por eso de fácil curación. ¿Ah si? ¿Y cómo se llama lo que tengo? Nacionalismo agudo. Consiste en creerse diferente y a la vez mejor que el vecino hasta el punto de no soportar la idea de convivir con él.

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