miércoles, 26 de abril de 2017

La sonrisa y el colmillo

La sonrisa y el colmillo

JUAN CARLOS VILORIA.

Las Provincias (24 abril 2017).

Iñigo Méndez de Vigo y Montojo, ministro de Educación y Cultura, es la sonrisa del Gobierno. Sustituyó a Juan Ignacio Wert que fue el colmillo. En dos tardes ha desmontado la séptima ley de educación de la democracia -Lomce- que tantos disgustos costó a su predecesor. La puntilla dejará la ESO como un trámite escolar cuya obtención ni siquiera exigirá el mítico cinco raspado con que soñaron generaciones de escolares para seguir adelante. Méndez de Vigo se ha cargado, sin despeinarse, reválidas, currículums, cultura del esfuerzo y otros mojones que su antecesor colocó en el aprendizaje escolar. Con esa sonrisa un poco pánfila consigue disimular un político hábil y profesional como pocos. Nacido en el protectorado de Tetuán parece haber conservado en su ADN las artes del regate, la reválida del zoco y la sonrisa engañosa del vendedor que siempre saluda al incauto: ¡hola amigo!

Curtido en los pasillos de la UE se ha hecho un experto pastelero que vende como éxitos las derrotas y disimula cucamente los pequeños triunfos para no excitar los celos del adversario. Es un 'quedabien' cualificado. Pero la autopsia que está haciendo a la Lomce como experto forense va dejando en el camino los principios de su cuerda política sobre el derecho de los padres a elegir la educación de los hijos, la cultura del esfuerzo, igualdad de oportunidades pero no igualitarismo, la lengua y la historia común como asignaturas pendientes.

Como punto de partida para lograr el tan ansiado pacto educativo es un chollo pensarán sus contrincantes. Está situando su línea de defensa tan cerca del límite que cuando quiera recuperar posiciones no tendrá margen de negociación. O es un estratega que ve diez jugadas más allá que el común de los mortales, o más que experto negociador está resultando un experto en rematar a su propia portería. Argumentan que el decreto para dejar el Graduado de Educación Secundaria (ESO) al alcance de dos suspensos y menos de un cinco de media es una medida provisional para no crear inseguridades a los niños, las familias y profesores mientras se va tejiendo la bufanda del pacto educativo. Un poco ingenuo parece. Echar atrás esa decisión no será tarea fácil una vez que el sector (como llaman al poderoso conglomerado de sindicatos de profesores, alumnos, claustros y demás) se haya acoplado a la provisionalidad.

Descendiente por línea materna del marqués de Esquilache, ministro de Carlos III, don Iñigo le debe tener pánico a las revueltas así que ha decidido hacer justo lo contrario que su antecesor en el cargo. Cierto que todo lo que Méndez tiene de sonrisa lo tenía Wert de colmillo. Pero en un país donde los estudiantes están a la cola mundial de Matemáticas , Ciencias y comprensión lectora; donde el fracaso escolar sigue siendo el doble de la media de la UE y por segunda derivada el paro juvenil se dispara por falta de formación, igual había que sacar menos risas y más colmillos.

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