La sonrisa y el colmillo
JUAN CARLOS VILORIA.
Las Provincias (24 abril 2017).
Iñigo Méndez de Vigo y Montojo, ministro de
Educación y Cultura, es la sonrisa del Gobierno. Sustituyó a Juan
Ignacio Wert que fue el colmillo. En dos tardes ha desmontado la
séptima ley de educación de la democracia -Lomce- que tantos
disgustos costó a su predecesor. La puntilla dejará la ESO como un
trámite escolar cuya obtención ni siquiera exigirá el mítico
cinco raspado con que soñaron generaciones de escolares para seguir
adelante. Méndez de Vigo se ha cargado, sin despeinarse, reválidas,
currículums, cultura del esfuerzo y otros mojones que su antecesor
colocó en el aprendizaje escolar. Con esa sonrisa un poco pánfila
consigue disimular un político hábil y profesional como pocos.
Nacido en el protectorado de Tetuán parece haber conservado en su
ADN las artes del regate, la reválida del zoco y la sonrisa engañosa
del vendedor que siempre saluda al incauto: ¡hola amigo!
Curtido en los pasillos de la UE se ha hecho un
experto pastelero que vende como éxitos las derrotas y disimula
cucamente los pequeños triunfos para no excitar los celos del
adversario. Es un 'quedabien' cualificado. Pero la autopsia que está
haciendo a la Lomce como experto forense va dejando en el camino los
principios de su cuerda política sobre el derecho de los padres a
elegir la educación de los hijos, la cultura del esfuerzo, igualdad
de oportunidades pero no igualitarismo, la lengua y la historia común
como asignaturas pendientes.
Como punto de partida para lograr el tan ansiado
pacto educativo es un chollo pensarán sus contrincantes. Está
situando su línea de defensa tan cerca del límite que cuando quiera
recuperar posiciones no tendrá margen de negociación. O es un
estratega que ve diez jugadas más allá que el común de los
mortales, o más que experto negociador está resultando un experto
en rematar a su propia portería. Argumentan que el decreto para
dejar el Graduado de Educación Secundaria (ESO) al alcance de dos
suspensos y menos de un cinco de media es una medida provisional para
no crear inseguridades a los niños, las familias y profesores
mientras se va tejiendo la bufanda del pacto educativo. Un poco
ingenuo parece. Echar atrás esa decisión no será tarea fácil una
vez que el sector (como llaman al poderoso conglomerado de sindicatos
de profesores, alumnos, claustros y demás) se haya acoplado a la
provisionalidad.
Descendiente por línea materna del marqués de
Esquilache, ministro de Carlos III, don Iñigo le debe tener pánico
a las revueltas así que ha decidido hacer justo lo contrario que su
antecesor en el cargo. Cierto que todo lo que Méndez tiene de
sonrisa lo tenía Wert de colmillo. Pero en un país donde los
estudiantes están a la cola mundial de Matemáticas , Ciencias y
comprensión lectora; donde el fracaso escolar sigue siendo el doble
de la media de la UE y por segunda derivada el paro juvenil se
dispara por falta de formación, igual había que sacar menos risas y
más colmillos.