Una bomba
de relojería
José Bidaria
(12/4/2019)
El tema político más
importante que tiene España hoy es la defensa de su unidad política
garantizada por el artículo 2 de su Constitución. En él se
determina que el sujeto político de la soberanía nacional es
el pueblo español en su conjunto. Este artículo es cuestionado por
los nacionalismos catalán y vasco principalmente que tratan de
soslayarlo sistemáticamente en el día a día de su acción
política.
Así pues, las posiciones
están divididas entre los partidos políticos
constitucionalistas, defensores de la titularidad única e
indivisible de la soberanía nacional que radica en el conjunto del
pueblo español y aquellos que creen que las Comunidades Autónomas
deberían tener derecho de autodeterminación o lo que es lo mismo
derecho a la independencia.
Lo insólito de
todo ello es ver que, cuando gobiernan, los partidos que defienden la
Constitución se limitan a proclamar la defensa de la soberanía del
pueblo español, sin atajar de raíz las continuas provocaciones que
están llevando a cabo los partidos nacionalistas, creyendo que
mientras se mantenga la situación en los límites actuales no pasará
la cosa a mayores, y que será cuestión de conllevarlo.
Lamentablemente, la
realidad es muy diferente, pues no caen en la cuenta los defensores
de esa postura que ese derecho soberano del conjunto del pueblo
español, reconocido en la Constitución, está minado en su misma
raíz, ante la existencia de dos cargas de profundidad,
recogidas en los Estatutos de Autonomía y en la propia Constitución, a saber: la competencia
asignada a esas Comunidades Autónomas en materia de educación y en
la titularidad de los medios de comunicación públicos, gestionadas
por el gobierno de turno y de manera muy especial las televisiones públicas. Ello hará posible que, tarde o temprano,
inexorablemente, las posiciones nacionalistas-separatistas triunfen
allí donde formen gobierno. Es cuestión de tiempo. Me explicaré.
Cuando un gobierno
nacionalista tiene en sus manos la posibilidad de adoctrinar a
su población, la ejercerá de forma sistemática, y es difícil que
la población escape a ese señuelo. Es una ley sociológica
incuestionable. Se necesitaría una acción de gobierno y una
legislación más eficaz para evitarlo. Es exactamente lo que está
ocurriendo en España desde hace 40 años. Así se explica porqué el
nacionalismo-separatismo está creciendo inexorablemente en Cataluña
y País Vasco. El hecho de que en estas dos Comunidades Autónomas
haya aumentado el sentimiento nacionalista-separatista en
estos últimos cuarenta años, sólo se puede explicar por la
permisividad en el sistemático adoctrinamiento que se está llevando
a cabo en la educación y en los medios de comunicación públicos,
contrarios al espíritu de la Constitución, arrinconando el
castellano en todos los órdenes, adoctrinando en el rechazo al
diferente, creando un sectarismo que fomenta un agravio hacia todo lo
español y creando un abismo entre la propia población.
Es preciso reconocer que
poner en manos de estos gobiernos autonómicos la educación y la
titularidad de los medios de comunicación públicos, sin ningún
control efectivo, y ante la inoperancia de los Gobiernos
Centrales, permitiendo que los utilicen de manera sectaria, es una
verdadera bomba de relojería que explotará tarde o temprano de
forma inexorable. No se necesitan “golpes de estado” como el
intentado en Cataluña, basta esperar. El tiempo ya se está
encargando de demostrarlo. Las bases de un suicidio colectivo están
puestas. ¿Reaccionarán los partidos políticos, tomando las
medidas adecuadas para encauzar eficazmente este grave problema?
Hoy por hoy nadie se atreve a tomar medidas y así vamos al
abismo. De seguir así, sólo se conseguirá la voladura del
Estado actual. ¿Lo consentirá la sociedad española? Esa es
la gran cuestión.