domingo, 8 de marzo de 2015

Socializar el olvido



Socialización del olvido

Reflexiones de José Bidaria sobre extractos de artículos varios.

Impresionantes las reflexiones de Sara Buesa con motivo del aniversario de la muerte de su padre Fernando Buesa. Dice así:

“El gran reto es reconfortar a las víctimas y remover conciencias. Establecer un discurso público, unánime, una sola voz que deslegitime por completo al terrorismo. Debemos exigir que se reconozca públicamente el daño injusto que se ha causado y los distintos grados de responsabilidad. Todavía hoy no se ha producido una asunción clara de responsabilidades en el daño que se ha causado a las víctimas y al conjunto de la sociedad vasca. Esta es una de las principales barreras para la convivencia. La violencia no ha sido totalmente desterrada y repudiada. Sigue habiendo mensajes permisivos que transmiten que en determinadas circunstancias el recurso a la violencia puede ser legítimo. La convivencia durante décadas con la violencia nos ha dejado profundas secuelas que han cincelado una sociedad frágil, que adolece de referentes éticos y morales claros”.

Pello Salaburu añade: “El resultado ha sido una sociedad vasca silente y anestesiada frente a la violencia y sus secuelas. Se ha pasado de la socialización del sufrimiento a la socialización del olvido”.

Este es el último estadio de un plan premeditado. La izquierda “patriótica” es incapaz de pedir perdón.

Como dice Martín Alonso ahora toca difundir el confusionismo retórico del ‘todos somos víctimas’. Pero ese confusionismo está bien asentado porque supuestos pacificadores no han dejado de predicar el evangelio de la equivalencia, desde el ‘empate infinito’ hasta el “final ordenado’. Y preocupa ver cómo desde las alturas del Gobierno (vasco) se despliegan esfuerzos titánicos en una alquimia contable encaminada a difuminar la silueta del mal en la sopa indiferenciada del dolor que tiene que ver con la urdimbre totalitaria.

Como todos somos víctimas, ahora toca socializar el olvido. Empecemos una nueva convivencia. Olvidemos el pasado.

Los informes encargados por la Secretaría de Paz y Convivencia, tan pertinaces en su afán de exhaustividad, olvidan sistemáticamente algo esencial en su contabilidad: los asesinos no son víctimas –la mayoría no lo son– pero, en tanto no repudien su pasado, son muertos morales.

Antón Digón se pregunta: ¿Puede haber convivencia sin arrepentimiento?

El mundo de ETA no va a expresar arrepentimiento y nuestra sociedad se apresta a pasar página sin querer mirar atrás. En nuestra sociedad se realizó un experimento histórico al someterla durante décadas a hechos execrables sistemáticos y sabemos cómo reaccionó mayoritariamente. La psicología social lo ha llevado al campo experimental y ha descubierto que individuos normales, colocados en el contexto social adecuado, llegan a aplicar descargas eléctricas casi letales o vejaciones humillantes a sujetos inocentes.

La conclusión generalizable es que, en buena medida, la actuación personal en situaciones de dilema ético no se rige por principios éticos que los individuos explicitamos al ser interrogados al respecto sino por el grupo con que nos identificamos.

Leo al terminar estas reflexiones el informe presentado al Parlamento Vasco por los historiadores del Instituto Valentín de Foronda: “el conjunto de la sociedad vasca tuvo una escasa respuesta ciudadana ante los atentados de ETA. La empatía y adhesión pública a las víctimas de ETA fue testimonial y reducida.

La sociedad vasca tiene una grave responsabilidad y un largo camino para remover conciencias y evitar el olvido de una gran ignominia.

1 comentario:

  1. Me parece, como de costumbre, un esfuerzo dedicado.
    He leído los artículos, llamándome la atención, el de Ansón, ABC, sobre el asunto de las Finanzas Publicas.
    Quería hacer algún comentario, pero no he acertado a terminarlo bien.

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