Socialización
del olvido
Reflexiones
de José Bidaria sobre extractos de artículos varios.
Impresionantes las reflexiones
de Sara Buesa con motivo del aniversario de la muerte de su padre Fernando
Buesa. Dice así:
“El gran reto es reconfortar a
las víctimas y remover conciencias. Establecer un discurso público, unánime,
una sola voz que deslegitime por completo al terrorismo. Debemos exigir que se
reconozca públicamente el daño injusto que se ha causado y los distintos grados
de responsabilidad. Todavía hoy no se ha producido una asunción clara de
responsabilidades en el daño que se ha causado a las víctimas y al conjunto de
la sociedad vasca. Esta es una de las principales barreras para la convivencia.
La violencia no ha sido totalmente desterrada y repudiada. Sigue habiendo
mensajes permisivos que transmiten que en determinadas circunstancias el
recurso a la violencia puede ser legítimo. La convivencia durante décadas con
la violencia nos ha dejado profundas secuelas que han cincelado una sociedad
frágil, que adolece de referentes éticos y morales claros”.
Pello Salaburu añade: “El
resultado ha sido una sociedad vasca silente y anestesiada frente a la
violencia y sus secuelas. Se ha pasado de la socialización del sufrimiento a la
socialización del olvido”.
Este es el último estadio de un
plan premeditado. La izquierda “patriótica” es incapaz de pedir perdón.
Como dice Martín Alonso ahora
toca difundir el confusionismo retórico del ‘todos somos víctimas’. Pero ese
confusionismo está bien asentado porque supuestos pacificadores no han dejado
de predicar el evangelio de la equivalencia, desde el ‘empate infinito’ hasta
el “final ordenado’. Y preocupa ver cómo desde las alturas del Gobierno (vasco) se
despliegan esfuerzos titánicos en una alquimia contable encaminada a difuminar
la silueta del mal en la sopa indiferenciada del dolor que tiene que ver con la
urdimbre totalitaria.
Como todos somos víctimas,
ahora toca socializar el olvido. Empecemos una nueva convivencia. Olvidemos el
pasado.
Los informes encargados por la
Secretaría de Paz y Convivencia, tan pertinaces en su afán de exhaustividad,
olvidan sistemáticamente algo esencial en su contabilidad: los asesinos no son
víctimas –la mayoría no lo son– pero, en tanto no repudien su pasado, son
muertos morales.
Antón Digón se pregunta: ¿Puede
haber convivencia sin arrepentimiento?
El mundo de ETA no va a
expresar arrepentimiento y nuestra sociedad se apresta a pasar página sin
querer mirar atrás. En nuestra sociedad se realizó un experimento histórico al
someterla durante décadas a hechos execrables sistemáticos y sabemos cómo reaccionó
mayoritariamente. La psicología social lo ha llevado al campo experimental y ha
descubierto que individuos normales, colocados en el contexto social adecuado,
llegan a aplicar descargas eléctricas casi letales o vejaciones humillantes a
sujetos inocentes.
La conclusión generalizable es
que, en buena medida, la actuación personal en situaciones de dilema ético no
se rige por principios éticos que los individuos explicitamos al ser
interrogados al respecto sino por el grupo con que nos identificamos.
Leo al terminar estas
reflexiones el informe presentado al Parlamento Vasco por los historiadores del
Instituto Valentín de Foronda: “el conjunto de la sociedad vasca tuvo una escasa
respuesta ciudadana ante los atentados de ETA. La empatía y adhesión pública a
las víctimas de ETA fue testimonial y reducida.
La sociedad vasca tiene una
grave responsabilidad y un largo camino para remover conciencias y evitar el
olvido de una gran ignominia.
Me parece, como de costumbre, un esfuerzo dedicado.
ResponderEliminarHe leído los artículos, llamándome la atención, el de Ansón, ABC, sobre el asunto de las Finanzas Publicas.
Quería hacer algún comentario, pero no he acertado a terminarlo bien.