miércoles, 7 de julio de 2021

El euskera, otra vez

 

El euskera, otra vez

Andoni Unzalu (extracto del artículo publicado en el El Correo el 7/6/2021)


Los activistas de la lengua vasca pervierten el mandato estatutario: no se trata de defender los derechos del ciudadano sino de euskaldunizar la Administración.


La sociedad vasca es una sociedad derrotada e impotente ante este gradualismo sobre las exigencias del euskera. Muchas veces he criticado la política lingüística del Gobierno vasco, que no el fomento del euskera, que es otra cosa, pero ahora me estoy empezando a alarmar.

Tanto el Estatuto como la Ley de Normalización del Uso del Euskera hacen hincapié en el derecho de las personas a elegir el idioma oficial para sus relaciones con las administraciones públicas, cosa que se ha hecho razonablemente bien. La sorpresa ha sido que la gente, muy tozuda ella, se ha dirigido en euskera a la Administración en un porcentaje mínimo. Lo mismo que ocurre con las audiencias de ETB1, que son tendentes a cero.

Los activistas del euskera han pervertido el mandato estatutario (que recoge la revolucionaria afirmación de que no se puede discriminar por razón de lengua) y han modificado los objetivos: no se trata de defender los derechos de los ciudadanos sino de euskaldunizar la Administración. Y claro, esto es algo muy diferente, si ese es el objetivo ya no importa la voluntad ciudadana.

Y surge así una nueva orden monacal de cruz y espada que lucha incansable por lograr este objetivo. Se ha creado una amplia red de ‘comisarios políticos’ del euskera en todas las administraciones (los técnicos de euskera). Puestos bien remunerados que tienen como objetivo liderar e imponer la lucha por el euskera.

Se ha creado una épica de lucha militante sin riesgo de cárcel y con sueldo público. Y se han lanzado a la conquista de la hegemonía social. Una propaganda ininterrumpida y un activismo que obliga a todas las personas a tomar una posición personal y pública. Las múltiples iniciativas que buscan la adhesión personal de la ciudadanía se están multiplicando. Ya conocemos este activismo social desde el catolicismo antiguo, los totalitarismos o las campañas de la vieja Herri Batasuna. No se trata tanto de ampliar los comprometidos como llevar a cabo el señalamiento público de los que no. Una dinámica que lleva a la anestesia social. A la sumisión pasiva ante los más exaltados.

Y de paso, de verdad, el PNV no sabe en qué berenjenal se ha metido.

Esta parafernalia ideologizante esconde una lucha feroz por el poder político y económico, por el estatus social. A la hora de definir los perfiles de los diferentes puestos no se tiene en cuenta la función del puesto, es sólo excusa superficial. No se analiza qué hace, con quién se relaciona, qué idiomas utiliza, cosa que parecería de sentido común. No. Lo que buscan y están logrando es bloquear el acceso de los que no saben euskera a todos los puestos altos de las administraciones. El criterio más extendido es el de incrementar el nivel de exigencia conforme sube el nivel retributivo del puesto; da igual si se está encerrado en un laboratorio, como el profesor denunciante, o se dedica al estudio de las amebas: si tiene nivel retributivo alto, exigencia del euskera alto.

Todos los nuevos planes y normas de todas las administraciones apuestan por incrementar el perfil requerido, especialmente a los puestos altos. Se trata de bloquear el acceso de técnicos e investigadores que no sepan euskera, para reservar estos altos puestos a vascoparlantes.

Pero en el caso de la Universidad es una tropelía estrambótica, la UPV no puede contratar a ningún investigador del resto de España, ni de ninguna universidad extranjera. Si seguimos así podremos tener un seminario provinciano o un enorme euskaltegi, pero no una Universidad competitiva.




No hay comentarios:

Publicar un comentario