domingo, 25 de julio de 2021

Versión oficial

 Versión oficial

Ignacio Camacho-ABC (25-7-2021)

  • La Ley de Memoria Arrojadiza pretende sustituir la Historia por un relato sectario con rango de doctrina de Estado

El hombre que se parece a Superman y a Kennedy, según algunos medios norteamericanos, ha dado la orden de reescribir el pasado. Bajo el impecable pretexto de dignificar a las víctimas de la guerra civil, el borrador de la Ley de Memoria Arrojadiza contiene trazos de un aleccionamiento histórico propio -o más bien clásico- de los regímenes totalitarios. En realidad ésa es su principal aportación, el único rasgo de novedad más allá de la persistencia en rescatar a Franco como protagonista de un debate político cerrado hace más de cuarenta años: el empeño de sustituir la libertad de expresión, investigación, cátedra e interpretación por la imposición de un relato único que exalte el legitimismo republicano y lo incruste en el ámbito escolar, académico y mediático con la jerarquía pedagógica de una doctrina de Estado.

La Historia no admite versión oficial. No desde luego en las sociedades democráticas. El solo intento de implantarla con el carácter de una ideología obligatoria remite a las más siniestras distopías autoritarias y a las mitologías nacionalistas asentadas sobre el sesgo distorsionado de los contenidos de la enseñanza. Quizá ningún conflicto de la Europa contemporánea haya sido tan analizado, documentado, explicado, glosado y hasta novelado como la guerra de España, objeto de un auténtico torrente de discusión historiográfica. Y llega el Gobierno de la Ley Celáa, el de los aprobados por decreto, el de la abolición de la cultura del método y del esfuerzo, y se considera en condiciones de establecer un criterio al respecto sin más soporte intelectual que su autoatribuida adscripción al dogma políticamente correcto. Un paso más en el combate contra la inteligencia, en la falta de respeto por el conocimiento: la sumisión del libre estudio de fuentes, datos y hechos al efímero juego de mayorías y minorías en el Congreso. Una Verdad burocrática elevada a categoría de pensamiento por la voluntad de un político que se doctoró con un trabajo ajeno.

Lo demás ya está muy visto: es el proyecto de instalar la política española en el desencuentro retrospectivo. La estigmatización de la derecha sociológica con el marbete postizo de heredera del franquismo. La abolición del pacto constituyente, el mayor éxito del pasado siglo, para que nuestros hijos revivan el enfrentamiento trincherizo que supieron superar sus abuelos. La impotencia para construir un futuro de progreso camuflada en una lúgubre liturgia de entierros y desentierros. Nada de eso es nuevo: empezó con Zapatero. El factor adicional de la iniciativa sanchista consiste en la abolición de la Historia como disciplina científica y su suplantación por una superchería sectaria, una baratija propagandística que no valdrá ni el precio de la tinta en que salga escrita. Una superestructura narrativa ficticia que consagre a este Gobierno como una gigantesca Oficina de la Mentira.


martes, 13 de julio de 2021

Pedro Sánchez, abre una carnicería

 

Pedro Sánchez, abre una carnicería.


Jorge Bustos. Extracto del artículo publicado en El Mundo (11-7-2021)


Recordaremos un sábado de julio de 2021 no como una crisis de Gobierno sino como lo que fue: una carnicería. Sus colaboradores más devotos ponen la carne y él se encarga de los cuchillos. RedondoCalvo Ábalos le ganaron las primarias, le negociaron la moción -Iglesias mediante- y le armaron la coalición con Podemos. Por tres veces le salvaron. El trío de sanchistas más sanchistas que Sánchez yace ahora en el fondo del barranco mientras su casquivano señorito se alía con aquellos socialistas que debían ser despreciados para ser un buen sanchista, empezando por Óscar López.


El sanchismo es una religión cruenta cuya recompensa dura lo que dura el martirio; cumplida la consunción, las cenizas de ministro servil o de publicista arrobado se esparcen por el BOE y una nueva parrilla de crudos insensatos accede al crematorio. Que el pobre Iván quiera vender su defenestración como un cese voluntario, cuando acababa de sacar del horno una ley de seguridad nacional que aumentaba sus poderes, solo es el canto de cisne de un intoxicador mediano que suplía con dedicación su falta de brillantez y de principios. Cursilería, narcisismo y fatuidad hasta el último tarjetón.


En clave interna -tenemos dicho que los resortes psíquicos de Sánchez solo se comprenden a la luz de una larga venganza contra los barones que le echaron-, incorpora tres cuñas contra PageLambán y Puig para socavar su hegemonía: la larga purga debe consumarse una vez caída Susana


Una vez destruido el PSOE, Sánchez lo reconstruye selectivamente para jugarse la reelección a la carta de la institucionalidad. Ha diseñado un Gabinete para adelantar elecciones, ubicándolas tras el rebote económico y antes de las autonómicas y de los ajustes exigidos cuando role el viento crediticio en Europa. Para entonces espera haberse hecho merecedor de la amnistía que reclaman sus socios. Que nadie recuerde quién fue. Pero es tan corto tu amor, Pedro, y es tan largo el olvido

miércoles, 7 de julio de 2021

El euskera, otra vez

 

El euskera, otra vez

Andoni Unzalu (extracto del artículo publicado en el El Correo el 7/6/2021)


Los activistas de la lengua vasca pervierten el mandato estatutario: no se trata de defender los derechos del ciudadano sino de euskaldunizar la Administración.


La sociedad vasca es una sociedad derrotada e impotente ante este gradualismo sobre las exigencias del euskera. Muchas veces he criticado la política lingüística del Gobierno vasco, que no el fomento del euskera, que es otra cosa, pero ahora me estoy empezando a alarmar.

Tanto el Estatuto como la Ley de Normalización del Uso del Euskera hacen hincapié en el derecho de las personas a elegir el idioma oficial para sus relaciones con las administraciones públicas, cosa que se ha hecho razonablemente bien. La sorpresa ha sido que la gente, muy tozuda ella, se ha dirigido en euskera a la Administración en un porcentaje mínimo. Lo mismo que ocurre con las audiencias de ETB1, que son tendentes a cero.

Los activistas del euskera han pervertido el mandato estatutario (que recoge la revolucionaria afirmación de que no se puede discriminar por razón de lengua) y han modificado los objetivos: no se trata de defender los derechos de los ciudadanos sino de euskaldunizar la Administración. Y claro, esto es algo muy diferente, si ese es el objetivo ya no importa la voluntad ciudadana.

Y surge así una nueva orden monacal de cruz y espada que lucha incansable por lograr este objetivo. Se ha creado una amplia red de ‘comisarios políticos’ del euskera en todas las administraciones (los técnicos de euskera). Puestos bien remunerados que tienen como objetivo liderar e imponer la lucha por el euskera.

Se ha creado una épica de lucha militante sin riesgo de cárcel y con sueldo público. Y se han lanzado a la conquista de la hegemonía social. Una propaganda ininterrumpida y un activismo que obliga a todas las personas a tomar una posición personal y pública. Las múltiples iniciativas que buscan la adhesión personal de la ciudadanía se están multiplicando. Ya conocemos este activismo social desde el catolicismo antiguo, los totalitarismos o las campañas de la vieja Herri Batasuna. No se trata tanto de ampliar los comprometidos como llevar a cabo el señalamiento público de los que no. Una dinámica que lleva a la anestesia social. A la sumisión pasiva ante los más exaltados.

Y de paso, de verdad, el PNV no sabe en qué berenjenal se ha metido.

Esta parafernalia ideologizante esconde una lucha feroz por el poder político y económico, por el estatus social. A la hora de definir los perfiles de los diferentes puestos no se tiene en cuenta la función del puesto, es sólo excusa superficial. No se analiza qué hace, con quién se relaciona, qué idiomas utiliza, cosa que parecería de sentido común. No. Lo que buscan y están logrando es bloquear el acceso de los que no saben euskera a todos los puestos altos de las administraciones. El criterio más extendido es el de incrementar el nivel de exigencia conforme sube el nivel retributivo del puesto; da igual si se está encerrado en un laboratorio, como el profesor denunciante, o se dedica al estudio de las amebas: si tiene nivel retributivo alto, exigencia del euskera alto.

Todos los nuevos planes y normas de todas las administraciones apuestan por incrementar el perfil requerido, especialmente a los puestos altos. Se trata de bloquear el acceso de técnicos e investigadores que no sepan euskera, para reservar estos altos puestos a vascoparlantes.

Pero en el caso de la Universidad es una tropelía estrambótica, la UPV no puede contratar a ningún investigador del resto de España, ni de ninguna universidad extranjera. Si seguimos así podremos tener un seminario provinciano o un enorme euskaltegi, pero no una Universidad competitiva.