El frente vasco
- FERNANDO PALMERO - El Mundo, 22 de septiembre de 2019.
No son pocas las naciones que a lo largo de la
historia han alzado sus fronteras o han consolidado sus regímenes
sobre el asesinato de sus enemigos. Cuando en uno de sus consejos,
Critias, uno de los
Treinta,
tomó la palabra, justificó así la imposición de la tiranía sobre
la democracia ateniense: "Consejeros, si alguno de vosotros
considera que mueren más de lo que sería conveniente, reflexione
que donde hay cambios de régimen en todas partes ocurre eso (...) Y
si vemos a alguno opuesto a la oligarquía, en cuanto podemos le
quitamos de en medio; y mucho más aún nos parece
justo que sea castigado si uno de nosotros mismos ataca a este
régimen". Era el año 403 a. de C. Al poco, la democracia fue
restituida en Atenas y pudieron volver los desterrados. Se impuso,
sin embargo, una amnistía que vino acompañada de un resignado
silencio sobre los crímenes cometidos. Para vivir
«pacíficamente», como relata
Jenofonte
en el segundo libro de las Helénicas
(Gredos).
Muchas generaciones de europeos sufrieron a lo largo
de los siglos XIX y XX las sangrientas consecuencias de la creación
de los nuevos Estados europeos. Y en España, hemos llegado al siglo
XXI asumiendo como normalizado el olvido impuesto en el País
Vasco. Allí, el nacionalismo, después de cincuenta años
de crímenes, exige impunidad para los criminales encarcelados.
Al fin y al cabo, argumentan los nacionalistas, su proyecto
separatista viene avalado por los electores de la comunidad autónoma.
Y es el pueblo, encarando en sus líderes, el que dicta la
ley. Así
ha sido siempre para el nacionalismo. El socialista. O el
conservador.
Desde la tribuna de invitados, por eso, el
terrorista Otegi y el aranista Ortuzar, asistían el
viernes en el Parlamento vasco al anuncio del nuevo estatuto
para finales del mes de noviembre. Amparado en el respeto a "los
derechos históricos de los territorios forales", que garantiza
la Disposición Adicional Primera de la Constitución, el
lehendakari Urkullu
anunció que el nuevo texto incluirá el derecho de
autodeterminación y la celebración de una "consulta
habilitante", antes de que el nuevo Estatuto sea remitido a
las Cortes Generales. De esta forma, violentando el orden
constitucional, sólo el pueblo vasco dirá si es legal o no este
nuevo régimen que mantendrá, a partir de entonces, una relación
"bilateral con el Estado". Se evitan de esta forma,
lo que le ocurrió a
Ibarretxe en 2005: que el Congreso les diga que no es
constitucional.
El frente vasco, mejor organizado
que el catalán, será el primero en romper el
Estado. Demostrando, como explicaba Critias, que toda nación se
edifica sobre cadáveres.
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