sábado, 28 de abril de 2018

Fábrica de Separatistas



Fábrica de separatistas

JAVIER TAJADURA TEJADA

Profesor de Derecho Constitucional de la UPV-EHU.
(Diario Vasco 27 abril 2018)


Hoy se cumplen seis meses de la intervención de la Comunidad Autónoma catalana mediante la aplicación del artículo 155. Aunque el Gobierno central pretendió limitar al plazo más breve posible la intervención, esta se ha prolongado mucho más de lo que aquel hubiera deseado. Ahora bien, a pesar de esta prolongada duración, las actuaciones realizadas al amparo del artículo 155 han sido las imprescindibles para garantizar el normal funcionamiento de los servicios públicos. El Gobierno de Rajoy se ha limitado en estos meses a cesar a 250 cargos de confianza comprometidos con el proceso separatista y a suprimir algunas estructuras, como pueden ser las «embajadas» catalanas cuya única función era denigrar a España y hacer propaganda a favor de la secesión. Pero, al margen de estas decisiones, no se han tomado decisiones políticas significativas y, lo que resulta más asombroso, no se ha actuado contra la auténtica «fábrica de separatistas» que, entre otros éxitos, logró que dos millones de personas votaran el pasado 21-D a favor de partidos que jugaron un papel fundamental en la rebelión del año pasado.


Uno de los tópicos en que más se insiste -desde posiciones claramente independentistas o, sobre todo, desde quienes practican una inaceptable equidistancia entre los golpistas y el Estado- es el de que el Gobierno de Rajoy ha funcionado como una fábrica de independentistas. Se sostiene que la supuesta política recentralizadora del Gobierno y la adopción de medidas represivas, como las querellas criminales presentadas por el Ministerio Fiscal contra los principales dirigentes independentistas o la misma aplicación del artículo 155, han contribuido a incrementar el número de partidarios de la secesión. Nada más lejos de la realidad. El número de partidarios de la secesión aumentó peligrosamente en los últimos años como consecuencia de la pasividad y la absoluta falta de reacción del Estado. La única fábrica de separatistas que ha existido y continua funcionando a pleno rendimiento es la constituida por los medios de comunicación públicos (y privados) y por el sistema educativo catalán. La presión mediática, la educación sectaria y la intimidación social -y no las legítimas medidas represivas adoptadas por el Estado- son las que explican el auge del separatismo. Ahora bien, en la medida en que el responsable directo de la situación actual es ahora el Gobierno central, que sigue sin hacer nada para poner fin a esa situación, sí que podemos decir que funciona como una fábrica de independentistas. Pero no por acción, sino por omisión.

El Departamento de Educación de la Generalitat continúa en situación de rebeldía y desobediencia manifiesta a las resoluciones del Poder Judicial. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña en numerosas sentencias ha exigido que los centros educativos impartan al menos un 25% de las clases en castellano. Obligación que sigue sin cumplirse. Pero quien desobedece a la Justicia y se niega a garantizar el derecho fundamental a ser escolarizado en la lengua común no es ya ningún consejero catalán. El responsable directo es hoy el ministro de Educación del Gobierno de España. Por otro lado, tampoco hay voluntad de poner fin al adoctrinamiento nacionalista en las aulas. La Fiscalía ha actuado en algunos casos extremos presentado querellas contra docentes que califican a los guardias civiles de «bestias» y «perros rabiosos».

La televisión pública catalana, por su parte, con su cobertura de apoyo al que llaman presidente en el exilio y con su respaldo al proceso secesionista funciona como un formidable aparato de propaganda al servicio del independentismo. Su principal tarea ha sido y es insuflar el desprecio, cuando no el odio, a todo lo que suene a España. A pesar de ello, el Gobierno sigue negándose a extender la aplicación del artículo 155 a TV3.

Finalmente, la violencia verbal y el hostigamiento contra jueces y políticos aumenta. Este martes fue la casa del secretario de Organización del PSC la que apareció con pintadas amenazantes. En otros casos, dirigentes de Ciudadanos o jueces han sido objeto de este tipo de comportamientos totalitarios. Mientras, en las fachadas de los edificios de las consejerías de la Generalitat, cuelgan lazos amarillos reivindicando la libertad de los «presos políticos».

Esta es la situación que vive Cataluña seis meses después de su intervención. Desde la óptica del pleno restablecimiento del orden constitucional y democrático, la intervención ha resultado un fracaso. Como deja entrever el juez Llarena en el auto de procesamiento de los principales líderes separatistas, la aplicación del 155 ha supuesto un mero paréntesis en la rebelión. Resulta por ello descorazonador que la principal preocupación del Gobierno sea hoy -por razones tan cortoplacistas como suicidas- poner fin al 155 para que el PNV pueda votar los presupuestos.

El martes, la Mesa del Parlament aceptó la delegación del voto del prófugo Comín. Delegación que es contraria a la Constitución y al reglamento parlamentario. Pero, ¿permitirá el Gobierno que la mayoría independentista invista, de forma inconstitucional, a un president para poner fin al 155? De momento no va a recurrir la medida que lo posibilita. Sí lo va a hacer Ciudadanos, que sí ha criticado esta medida del Ejecutivo, y también el PP catalán


martes, 24 de abril de 2018

Miserables asesinos


Euskadi, mi Euskadi





TERESA DÍAZ BADA - (Diario Vasco) 24 abril 2018, 07:59.





Miserables asesinos que no sois capaces más que de exhalar mentiras y odio cada vez que decís algo.

Miserables asesinos que habéis conseguido durante 50 años sembrar en Euskadi un odio y una tristeza que todavía rezuma en la sociedad.

Miserables asesinos que habéis matado a hombres buenos, niños, mujeres, a mujeres embarazadas y que paseaban con sus hijos sin que os temblara un ápice vuestro miserable corazón.

Miserables asesinos que ni reconocéis ni pedís perdón, en una retórica malvada y abyecta que si no fuera por lo terrible y doloroso resultaría ridícula.

Miserables asesinos que como los nazis os creéis en el derecho de clasificar a las personas por más humanas o no, dependiendo de criterios xenófobos, ruines e inmorales.

Miserables asesinos que habéis dejado un poso de odio en muchos jóvenes y no tan jóvenes en los pueblos de Euskadi, que como fieras atacan e intentan linchar a ciudadanos que simplemente quieren vivir.

Miserables que os creéis los dueños de una Euskadi que con vosotros lo único que ha conseguido es teñirse de sangre durante años, llenarse de tristeza en cada calle, de miedo y de cobardía.

Miserables asesinos.

Euskadi no es vuestra Euskadi.

Euskadi es la de tantos y tantos que a pesar de vosotros, se atrevieron a salir a la calle, a defender la libertad, a llorar por los asesinados y a seguir desempeñando su trabajo a pesar de saberse en el punto de mira de vuestro fanatismo, dando su vida por defender a los demás.

Euskadi, mi Euskadi, es la de los hombres y mujeres que desde hace mucho tiempo, a pesar de todo lo vivido, se levantan para sobrevivir cada día, sacar adelante a sus familias y vivir. Simplemente vivir.

Euskadi, mi Euskadi, es la de mi bisabuelo, que iba a caballo atendiendo en los caseríos a los enfermos que requerían sus servicios de médico.

Aquel que recorría los caminos en Zestoa, con la certeza de hacer bien su trabajo, respetando al prójimo. La Euskadi de mi abuelo que desde el hospital en el que trabajaba en Bilbao, atendía a sus pacientes y recogía en casa y escondía a un arrantzale de Bermeo, al que, por ser republicano, cada 18 de julio iban a buscar.

Euskadi, mi Euskadi, es la de mi padre, que a pesar de la oposición de sus compañeros y de saberse amenazado, lideró la creación de la Ertzaintza, creando una policía por y para el pueblo.

La Euskadi de Alberto Negro, que se levantó un día, como tantos para ir a trabajar a Lemóniz, y no volvió.

La de Luis Mari Uriarte, alcalde y empresario, que no hacía otra cosa más que cuidar al pueblo de donde era y creaba trabajo.

La de Txema Aguirre, ertzaina que gracias a su buen hacer como persona y policía impidió, que el Museo Guggenheim volará por los aires.

Euskadi, mi Euskadi, es la de los hombres buenos, que ayudan, que intentan vivir en paz y atender al prójimo.

La del tendero, ertzaina, abogado, guardia civil, policía municipal o político, que intentan hacer su trabajo y respetar a los demás.

Esa es mi Euskadi. La Euskadi de todos, la que siempre fue, hasta que aparecisteis vosotros.

La Euskadi verde y tranquila, la Euskadi de la que me hablaba mi abuelo el de Zestoa, que acogía, ayudaba. La que cuando oigo 'Haurtxo polita' me hace llorar. Esa es la Euskadi de verdad. La Euskadi tolerante y sana. La vuestra, esa a la que aludís, no ha existido nunca; simplemente fue creada en vuestra mente malvada y retorcida de fanáticos asesinos para justificar vuestros abyectos crímenes.

*Teresa Díaz Bada es hija de Carlos Díaz Bada, superintendente de la Ertzaintza, asesinado por ETA el 7 de marzo de 1985