viernes, 8 de agosto de 2025

Usos políticos del lenguaje

 

Usos políticos del lenguaje


Extracto del artículo publicado en ABC (8-8-2025)


Salvador Forner Muñoz


El lenguaje ha sido fundamental a lo largo de la historia para la transmisión de ideas, la construcción de identidades y la consolidación del poder. En los totalitarismos, el lenguaje puede convertirse en un arma de manipulación, en un mecanismo para reconfigurar la realidad y legitimar acciones que, en otros contextos, serían inaceptables.

La apropiación del término (progresismo) ha sido inteligente desde el punto de vista comunicativo. Ya no existe un partido 'progresista'; el progresismo es ahora un paraguas bajo el cual se agrupan izquierda, extrema izquierda, comunismo, separatismo xenófobo, supremacista e incluso sectores vinculados ideológicamente al terrorismo. Los que quedan fuera del marco discursivo oficial son presentados como (reaccionarios) enemigos del progreso, del feminismo, de la justicia social y de la diversidad. Lo que puede ocurrirle al actual progresismo es que, por su sobreutilización discursiva y su perversión semántica, termine agotándose. Es probable que el electorado descubra cómo ciertas élites que se presentan como defensoras del progreso en realidad se aprovechan de una retórica manipuladora, considerando a sus votantes menores de edad y meros instrumentos para la conquista del poder. Lo que se ventila no es solo una disputa política, sino una disputa semántica. El concepto de 'progresismo' puede convertirse en un significante vacío, moldeado por el poder. Es necesario recuperar una reflexión rigurosa sobre el lenguaje y sus usos políticos. No basta con proclamar valores; es preciso verificar si estos se corresponden con las acciones y las consecuencias que se derivan de ellos. Sobre todo, es urgente rescatar la transparencia semántica como condición indispensable para una democracia auténtica, donde los ciudadanos puedan decidir libremente sin ser prisioneros de artificios discursivos.

Desengaño y desilusión en política

 Desengaño y desilusión en política.


Podemos, Vox y Sumar son el resultado de la desilusión causada por el engaño consciente de las políticas llevadas a cabo por los dos grandes partidos nacionales PSOE y PP, cuando les ha tocado gobernar. Los incumplimientos de sus promesas y programas electorales, llevando a cabo una política diametralmente opuesta a la anunciada, ha sido todo un desengaño y desilusión para sus electores y buena parte de ellos decidieron abandonarlos. Si a esto añadimos que con el ejercicio del poder, al trascurrir de los años, no han sido capaces de resistir la tentación del cáncer de la corrupción, entonces tenemos la tormenta perfecta para el desengaño. Escándalos como los Eres en el PSOE y, Gürtel en el PP, a título de somero ejemplo, entre otros varios, dan idea de la magnitud del problema. Así, vemos por parte del PSOE, el rosario de mentiras del actual Presidente del Gobierno, su control espurio de buena parte de las más altas instituciones estatales y la paulatina degradación del Estado de Derecho. En cuanto al PP, haciendo lo contrario a lo anunciado en su programa electoral de bajada de impuestos, o ser incapaces de revertir leyes sectarias, cuando gobernaron, son pesadas cargas difíciles de justificar. Y en lo referente a ambos partidos, destacar la gravedad de permitir la desaparición del castellano como lengua vehicular en la enseñanza pública de primaria en el País Vasco y Cataluña, en lugar de hacer posible una amable convivencia de las diferentes lenguas en la educación. La paciencia tiene un limite. Pero la endogamia de los partidos muchas veces no les hace ser conscientes de su situación y creen que el tiempo lo curará todo. La única solución posible es una regeneración de las formaciones afectadas. Necesitamos partidos sinceros, fuertes, honestos y fieles a sus ideales y principios. Sólo el tiempo nos dirá si son capaces de llevarla a cabo. Los ciudadanos esperamos expectantes.


José María Ugarte Alonso.