Al borde del precipicio
Nicolás
Redondo Terreros-extracto del artículo publicado en El Correo
(7-1-2024)
Hemos
iniciado una legislatura que transcurrirá sin duda al borde del
abismo. Y los peligros que acechan a la sociedad española son de muy
diversa naturaleza . El deterioro institucional es evidente y hoy
nadie discutirá que las instituciones están más deslegitimadas que
ayer, son más débiles y el papel estabilizador al que están
convocadas es menos eficaz, con la repercusión que tiene esa
realidad en otros órdenes de la vida pública. Además, el
enfrentamiento de la clase política , el bloquismo, las trincheras,
se han adueñado del espacio público haciendo imposible cualquier
pacto sustancial entre los grandes partidos nacionales y, como
consecuencia más peligrosa , se va imponiendo de arriba a abajo ,
artificialmente, una división social que amenaza con convertirse en
irreversible .
Podíamos
decir que todos los agentes políticos son igualmente responsables de
esta situación lamentable, pero no sería cierto. Es el partido
liderado por Pedro Sánchez el máximo, aunque no el único,
responsable de esta política de enfrentamiento, que menoscaba tanto
la estabilidad institucional como esa mínima seguridad que necesitan
las sociedades para avanzar. La determinación del PSOE de convertir
en socio político para formar Gobierno a un huido de la justicia,
convirtiendo a los que delinquieron en las víctimas y los que les
juzgaron en los delincuentes ha deslegitimado el sistema
institucional español gravemente, para algunos de forma
irreversible. Luego podremos analizar los aciertos o fracasos de la
oposición, pero quien ha introducido la democracia del 78 en una
crisis de envergadura notable ha sido quien ha puesto su ambición
por encima de los intereses generales .
Sí,
no hay más que una ambición desordenada , que posteriormente
intentan vestir con ropajes respetables y con palabras solemnes, que
han terminado perdiendo su verdadero sentido original. Dicen que en
la guerra la primera víctima es la verdad y es tan cierto como que
en esta situación, en la que todo un partido sigue en silencio las
veleidades personales de un personaje que no sabe contenerse, la
primera víctima ha sido el diccionario. Hablan de la Constitución,
de las leyes y de la justicia, pero desautorizan radicalmente la
labor de los tribunales referida a sus imprescindibles socios. Dicen
que no pueden gobernar con Bildu en Pamplona y que no gobernarán con
ellos en la comunidad autónoma vasca , pero con un golpe de mano,
diseñado en la oscura ‘omertà’ de los pactos entre Sánchez y
Mertxe Aizpurua , desahucian del Gobierno municipal de Pamplona a UPN
e imponen a Bildu. Hablan de la soberanía nacional y se van
inmediatamente después a Suiza a negociar con Carles Puigdemont ante
un relator internacional inverosímil. Hablan de concordia y el
discrepante es convertido a renglón seguido en un disidente
fascista. Hoy la palabra no vale nada y todo el mundo se percata de
ello, se trata simplemente de llenar espacios o embadurnar páginas
con maledicencias y trucos de pillos. Han convertido la política
española en el patio de Monipodio.
Ignoran
que las democracias representativas se basan fundamentalmente en la
confianza que los ciudadanos tienen en quienes les gobiernan. Sin
embargo, hoy la base de las relaciones políticas no es la confianza
sino la adhesión entusiasta, sin asomo de crítica , a los que se
considera ‘los propios’, por encima de la razón.
Nadie
habla en serio del fracaso de la educación en España, una evidencia
contrastable en cualquier índice que analicemos; no podemos decir,
sin que se nos caiga la cara de vergüenza, que los jóvenes actuales
son los mejor preparados de nuestra historia -y que efectivamente lo
son- emigran a otros países persiguiendo un futuro más prometedor.
Hablan y hablan de nuevos modelos económicos, pero nuestra industria
sigue en un declive suicida y sabemos que parte de lo que el Gobierno
llama eufemísticamente «el escudo social» es ruinoso e imposible
de mantener a medio plazo.
Hoy
en España son urgentes las reformas que se postergarán en este
ambiente… sin fecha. Sin embargo, si no emprendemos las reformas
necesarias nos deslizaremos inevitablemente hacia aquel pasado negro
que creímos superado. Pero lo primero para llevar a cabo esa
política es capacidad y voluntad, y de ambas carecen nuestros
dirigentes; las han sustituido por ideología barata comprada al por
mayor en cualquier campus universitario de EE UU .
Pero
yo no creo que todos los políticos sean iguales o que tengan la
misma responsabilidad. Es mas, me ilusionaré y apoyaré opciones
políticas que combatan el tribalismo ideológico, que defiendan la
Constitución del 78, que se sientan orgullosas de la Transición,
que crean que los cambios más ambiciosos son los más humildes, los
que se hacen desde una perspectiva reformista, siempre necesitada de
mayorías para llevar a cabo sus proyectos. Me ilusionaré con
quienes crean en la nación española y el exceso de ideología no
les cause un grata hiperventilación. Y para eso deben unirse
personas muy diferentes, capaces de superar sus estrechas visiones
ideológicas de andar por casa. Será posible porque es necesario.