Es ética, no política
Rafael Carriegas (El Correo 8/6/2023)
¿Qué partido alemán podría presentar hoy en sus listas electorales al carnicero de Dachau o al médico de Treblinka? Ninguno. Pero no porque haya una ley que lo prohíba, que la hay, sino porque la sociedad alemana, avergonzada de lo que había consentido en la etapa del III Reich, se dijo a si misma que nunca más y acotó unos límite infranqueables que en ningún caso se pudieran sobrepasar. Por ética, por dignidad humana y por respeto a nuestra propia especie. ¿Que características puede tener un partido que desde 1979 presenta en sus listas electorales a criminales convictos, confesos y orgullosos de sus crímenes? Una organización, un proyecto y un grupo humano sencillamente detestable.
Poco importa si son de derechas o de izquierdas, si son nacionalistas o jacobinos o si permiten o no las mayorías. No pueden encajar en nuestra sociedad. Nuestra obligación como sociedad es repudiarlos. No podemos mirar hacia otro lado. La cobarde sociedad vasca miró hacia otro lado durante 50 años de crímenes de ETA y no puede seguir respirando ignominia, ni seguir sometida a los dictados del miedo. Más de 350 crímenes de ETA están sin resolver, miles de atentados, extorsiones y amenazas también. Los asesinos andan sueltos ¿Cuántos de ellos engrosan listas electorales?¿Es posible que una sociedad sana no se revuelva ante esta atrocidad? La vasca, liderada, manipulada y adormecida por el PNV, parece que no.