¿Valores, para qué?
José María Ugarte. Publicado en El Correo (21-1-2023)
Leo con interés y pesar el artículo de Ana Iribar, viuda de Gregorio Ordóñez, publicado en este diario. Y me pregunto sobre el futuro de nuestra sociedad vasca después de aquellos años de ignominia que nos ha legado el terrorismo, el silencio culpable y la cobardía. Una sociedad todavía herida, con amplios sectores traumatizados por aquellos trágicos acontecimientos, que hacen complicada una deseable y verdadera convivencia en paz y libertad , hoy más necesaria que nunca. ¿Agorero?, ¡No!
Y me pregunto, nuevamente, sobre cuántos padres educan a sus hijos en unos principios básicos sobre nuestras conductas válidos en todo tiempo y lugar. Cuántos padres de nuestros días inculcan en sus hijos el valor de palabras como libertad en el respeto a los demás, igualdad en derechos y obligaciones, fraternidad y solidaridad con los demás, honradez y honestidad en la vida privada y pública, valores como el ser agradecidos, bondadosos, compasivos, misericordiosos.
Al mismo tiempo me pregunto, sobre cuántos padres, ante la ausencia de la educación en los valores citados, abocan a sus hijos al cultivo del egoismo más incapacitante para ser ciudadanos válidos y honrados.
De esta comparación y puesta en práctica entre los dos tipos de educación depende el futuro de nuestra sociedad. Nuestro peor pecado es hacer como si no hubiese pasado nada, olvidado nuestro reciente pasado, y no haciendo nada para que nuestra sociedad sea educada en los verdaderos y únicos valores que permitan superar pasados traumas y vivir en una auténtica convivencia. Sin paños calientes que aletargan las conciencias y alimentan el sectarismo. La verdadera educación tiene la palabra.