Vivimos un tiempo amargo y triste para todos,
y muy especialmente para los ucranianos
a los que queremos arropar con nuestro consuelo
y nuestra oración.
Hoy se está matando a seres indefensos,
personas buenas, trabajadoras,
hombres y mujeres, padres e hijos,
seres inocentes con rostro humano.
Hoy el odio ha anidado en el alma de unos malvados.
Tanta perfidia nos llena de tristeza
y una vez más nos interpela,
nos hace preguntarnos
por el sentido de nuestra vida.
Modestamente me atrevo a recordar,
que nuestras vidas no son un azar,
una casualidad, un absurdo que se extingue
en la inmensidad de la nada.
Nuestro credo cristiano enseña
que venimos de Dios y a Él retornamos.
Que Jesús es nuestro camino
nuestra verdad, nuestra vida.
Amados mártires, siempre os recordaremos.
Hoy ya descansáis en la casa del Padre.
A las personas de bien os ruego que os améis,
permaneced en su recuerdo unidos
en la esperanza de un reencuentro glorioso.
Que el Señor, nuestro Dios, os bendiga.
Y a vosotros, asesinos, os maldecimos.
Incapaces de compasión, sin una brizna de amor,
no habrá espacio para la misericordia divina,
y quedaréis diluidos, pulverizados en la nada.
Más os valiera no haber nacido.
José María Ugarte.