El
virtuosismo de la incompetencia
Ignacio
Camacho. ABC (23-4-2020)
Son
de traca. Han alcanzado ese nivel de virtuosismo en la incompetencia
que consiste no en tomar decisiones inadecuadas sino en arreglárselas
de tal manera que logren arruinar las correctas. Hay tal desbarajuste
en este Gobierno ineficiente que cada solución que plantea acaba
desembocando en un nuevo problema; cuando no tropieza en sus
desavenencias internas se muestra incapaz de sacar adelante sus
propias ideas. Si no se precipita llega tarde, si no peca de
ineptitud comete negligencia. Su deslumbrante exhibición de torpeza
movería a cachondeo si no estuviésemos hablando de una tragedia. De
tanto presumir de ser de izquierdas han llegado al punto culminante
de no dar una a derechas.
El
fracaso tiene muchos grados, y el último es el ridículo. El
Gabinete lo alcanzó con el sainete de los test fallidos, lo amplió
con las mascarillas inservibles y ha rizado el rizo con la iniciativa
de dar un respiro a los niños, un propósito razonable que ha
convertido en enésima enmienda exprés a si mismo. Por ahora porque
todavía la puede rectificar más de aquí al domingo; ya nos ha
acostumbrado a las madrugadas en vilo con decretos retocados a
deshoras para subsanar errores u olvidos. El presidente que tanto
presume de seguir el consejo de los expertos debería identificar a
la minerva que había alumbrado la estrafalaria ocurrencia de llevar
a los chavales a los supermercados, las farmacias y los bancos, los
lugares en los que ahora mismo. Con el resto del país cerrado,
existen más posibilidades de contagio. Tal vez sea el mismo que no
vio peligro en las manifestaciones de marzo o en la afluencia masiva
a los estadios;o quizá el que consideró innecesario efectuar
pruebas de detección en las residencias de ancianos, o el que llevó
a cabo las desastrosas gestiones de compra de material sanitario.
Pero hasta el portal de transparencia ha sido cerrado para que no se
sepa en qué manos estamos.
Este
atarugado desconcierto provoca muy malos presagios ante la próxima
(?) fase de desconfinamiento. No existe plan alguno, ni siquiera un
bosquejo, salvo que se llame plan a vulgares tanteos, experimentos
desordenados como trompicones de ciego. Falta un mapa epidemiológico
preciso porque los test masivos de seroprevalencia no pasan de ser un
proyecto y como no hay suficientes-porque no se han podido
adquirir-habrá que conformarse con un muestreo. El riesgo de un
rebrote por planificación deficiente es serio, con el agravante de
que podría ocurrir en los meses veraniegos. Dan ganas de pedir a
gritos un adulto, uno solo al menos, con experiencia y conocimiento
para evitar que la “desescalada” derive en un verdadero
descalzaperros, en un desparrame de efectos funestos. Pero cómo
reclamar un mínimo de criterio a quienes no paran de acumular
desatinos y han hecho de la crisis un dramático esperpento. Quién
nos va a sacar del caos si el caos son ellos.